lunes, 19 de diciembre de 2011

Tac. Tactac.

Desde lo innecesario, la duda, desde lo de siempre y mis súplicas veladas. Desde la noche, las horas en las que tanto aconsejé que nunca, nunca, porque al ponerse el sol algo cambia y nunca, nunca debemos escribir. Y cuando digo somos nosotros ojalá fueramos nosotros. Desde el ácido que deja en la boca al incesante pensar en metales, todo trae la familiaridad de una locura antigua. Desde un lugar sorpresivamente cubierto por la nieve. Desde un móvil, traición reparable porque a estas horas siempre, siempre pienso en lápiz. Pero quizá perderse un poco sea encontrarse un poco con la versión limpia de uno, de una, de quien suscribe. Limpia de acumulaciones, Diógenes de formas, de modas, de espectros que nos quisieron y, por supuesto, nos cambiaron. Y cuando hablo en plural ojalá no se me notara que no hablo sinó de mi propia reverberación metálica en noches en que lo caminaría todo. Lo escupiría todo. Todo ardería en mí. Y estamos deseando herirte un poco por compensación. Un poco porque ya no sabemos qué tengo entre manos. Y afuera continúa el tactac tac de la nieve que se cree tan sigilosa, la estúpida.

2 comentarios:

Lola dijo...

Espectacular Marnie!! Has vuelto??

Maria dijo...

Medio-medio. Me alegro de que te gusten estas mierdas. Mmmmmua!